
Cuando escuchamos hablar de ella, lo primero que se nos viene a la cabeza son los hombres. Tenemos tan asociada esta hormona a lo masculino, que nos olvidamos que, las mujeres también la producimos en cantidades inferiores. Forma parte de lo que conocemos (una vez que estamos ya en este mundo de la infertilidad y somos cuasi expertas) como los andrógenos. Éstos son muy importantes para mantener la función del ovario y ayudar en el desarrollo folicular. Si tenemos niveles elevados podemos hablar de síndrome de ovarios poliquísticos (SOP), y por el contrario, si tenemos niveles bajos, hablamos de una insuficiencia ovárica o baja respuesta ovárica. Este último es mi caso.
Todo esto ahora os lo escribo tan tranquila porque forma parte de mi vida y hasta doy por hecho que todas las mujeres somos conocedoras de esta información. Pero creedme si os digo que no es así. Nuestra educación sexual es errónea y muy escasa y eso hace que cuando te adentras en este mundo o en otro relacionado con la reproducción y sexualidad, tu mente se bloquee ante algo desconocido y afloren los miedos.
Imaginadme a mí el día que mi ginecóloga, después de dos Fivs me dice que me va a pautar testosterona. ¿Eh, perdona? Mi cabeza enseguida visualizó a una Berta convertida como mínimo en hombre lobo jajaja. ¡Menos mal que enseguida me explicó que no iba a afectarme hasta ese nivel!
Si no recuerdo mal, estuve 4 meses poniéndome testosterona en la zona de las ingles. En concreto me recetó Testogel que viene en sobres y cada día dividía el contenido de ese sobre en dos y me lo ponía por la mañana y por la noche. Ya os aviso que es bastante pringoso y que tenéis que dejar que se absorba bien para no manchar la ropa. Después os queda como una película blanquecina en la piel. Eso fue todo lo que sentí con ella. Ni pelo, ni granos, ni algún atisbo de empezar a convertirme en «hombre», nada. Mi ginecóloga ya me explicó con antelación que la dosis que me tenía que poner era baja y que lo que buscábamos con ella era ayudar a mis ovarios a producir folículos. No buscábamos tanto la cantidad sino más bien calidad. Y es que si me seguís desde hace tiempo, sabréis que mi respuesta ovárica era (y es) muy muy baja y que el plan trazado por nuestro equipo médico, era conseguir el mayor número de folículos posibles con dosis bajas de medicación, porque de lo contrario mi cuerpo se bloquea y reacciona mal, tal y como pasó en nuestra primera FIV.
Ahora os estaréis preguntando, esto todo está muy bien Berta, ¿pero a ti te funcionó?. Creo que sí. Y digo creo porque decidimos introducirla en nuestro tratamiento precisamente porque a mis ovarios les estaba costando muchísimo producir y, aunque aquí en nuestro país, su uso no está muy extendido, en otros países como EE.UU. se usa con mucha frecuencia en tratamientos de reproducción asistida. Después de esos 4 meses, cuando no contábamos con nada, mi gine nos dio la noticia de que había un super folículo en crecimiento y que aunque solo era uno, íbamos a ir a punción folicular. Ese folículo se convirtió nuestro primer embarazo y nuestra primera pérdida.
¿Vosotras habéis usado testosterona en vuestros tratamientos? ¿Cuál es vuestra experiencia?.