
Una tarta sencilla y deliciosa que no es healthy pero ¡oye! de vez en cuando hay que darse un capricho y disfrutarlo.
¡Madre mía cuando hice la encuesta en mi instagram preguntando si queríais esta receta, no me imaginé tal cantidad de respuestas diciéndome que sí. Y como os prometí, os dejo la receta a continuación.
INGREDIENTES
- 25 g de azúcar (podéis usar moreno para que sea más “saludable”)
- 200 g de galleta tipo digestive (yo usé unas de avena)
- 75 g de mantequilla a temperatura ambiente
- 180 g de Chocolate Blanco
- 100 g de Chocolate Negro
- 170 g de Chocolate con Leche
- 300 g de queso para untar
- 600 ml de nata para montar (500 ml para la tarta y 100 ml para la cobertura)
- 7 hojas de gelatina
PREPARACIÓN
- Trituramos las galletas con la mantequilla y repartimos por la base de un molde de 20 cm forrado con papel de horno, apretando bien con las manos o una cuchara para que quede una capa bien compacta. Refrigeramos mínimo 30 minutos.
- Colocamos las hojas de gelatina en un bol cubiertas con agua fría para que se hidraten.
- Cortamos en trozos pequeños el chocolate blanco y el chocolate con leche por separado y reservamos.
- Calentamos en un cazo el azúcar, la nata y el queso a fuego bajo durante 10 minutos, removiendo y sin que llegue a hervir. Añadimos las hojas de gelatina hidratadas que hemos escurrido muy bien y mezclamos hasta que estén completamente disueltas.
- Separamos la mezcla en dos partes iguales. En una añadimos el chocolate con leche y en la otra el chocolate blanco. Removemos bien con unas varillas las dos preparaciones para que se fundan bien los chocolates.
- Vertemos las dos mezclas de chocolate en la base de galleta irregularmente y pasamos un cuchillo para hacer el efecto mármol.
- Reservamos en el frigorífico durante un mínimo de 4 horas para que cuaje (yo siempre la hago la noche anterior para tenerla muchas horas y que asiente bien).
- Cobertura: Ponemos los 100 ml de nata a calentar y llevamos a ebullición. Fuera del fuego, añadimos el chocolate negro troceado y mezclamos. Dejamos templar un poco, sacamos la tarta de la nevera y la desmoldamos. La colocamos encima de una rejilla y debajo ponemos una bandeja o papel de horno. Vertemos la cobertura por encima y refrigeramos mínimo dos horas o hasta el momento de consumir (yo la dejo 6 horas).
¡Y a disfrutar!