Nuestra historia comenzó hace dos años, cuando decidimos empezar a buscar a nuestro bebé. Y desde entonces, todo lo que tenía que salir mal, salió.
Durante el primer año estuvimos con una ginecóloga inepta que me dijo que nunca sería madre si tan siquiera dignarse a hacerme alguna prueba. Me diagnosticó miomas gigantes y, en vez de operar, me informó que íbamos a hacer un tratamiento (carísimo) que me dejó tocado todo mi organismo. Al finalizarlo, me pidió una analítica de sangre en la que me salieron unos valores de una señora de 80 años. En ese momento me volvió a repetir que no iba a poder ser madre porque los milagros no existen.
Me hundió. Salí devastada de la consulta, llorando sin parar y sin entender nada. Esto hizo que cayera en una depresión muy fuerte.
En esa misma época, mi marido se hizo unas pruebas de semen porque tenía una pequeña infección y en una de nuestras visitas a la clínica pensé ¿Por qué no pido una segunda opinión? Y así lo hicimos.
Encontrar a nuestra doctora actual fue nuestra salvación. Desde el primer momento mostró una empatía, cariño y proximidad que no tenía la otra doctora. Me mandó hacer una histerosalpingografía y descubrimos que una de mis trompas estaba totalmente cerrada, pero a diferencia de la primera ginecóloga, ella nos ofreció varias soluciones y me pidió más pruebas.
Lo primero que me dijo es que la miomectomia era totalmente practicable y nos pusimos enseguida con el tratamiento. Hicimos un ciclo de fertilidad y todo fue muy bien. Conseguimos 5 embriones que tenemos vitrificados.
En noviembre del año pasado me operaron de los miomas. Me sacaron uno de 3 cm, uno de 4 cm, otro de 5 y otro de ¡15 cm! que no habían visto hasta el momento de la intervención. Aunque tuvieron que abrirme como en una cesárea, debido a que tenía los miomas estaban muy arriba y era la mejor opción, la operación salió perfecta. Estuve ingresada 4 días y en la segunda revisión nos dieron buenas noticias, ¡incluso mejor de lo que esperábamos!.
Nos dijeron que teníamos que esperar 6 meses desde la operación para que mi útero se recupere de una operación tan agresiva.
En mayo, si todo va bien, empezaremos la segunda parte del tratamiento y, aunque sé que es duro y me siento un poco perdida, estoy muy ilusionada.
Aunque la historia de Bárbara aún no tiene un final feliz, espero muy pronto poder daros buenas noticias y afirmar que LOS MILAGROS SI EXISTEN.