Mi marido y yo nos casamos en 2016 y decidimos ir a por el bebé. Con toda nuestra ilusión empezamos a buscarlo, pero después de 5 meses sin un solo retraso (soy como un reloj, cada 27-28 días viene la «amiga»), me empecé a preguntar si pasaba algo.
Nos hicimos un chequeo ambos y nada salía fuera de lo normal. A mi me habían extraído un fibroma uterino en abril de 2016 y aunque me dijeron que todo había quedado bien, preferimos comprobarlo. Me hicieron una histerosalpingografía para ver si las trompas estaban obstruidas y estaban perfectamente.
Saber que estaba todo bien nos dio energía para seguir intentándolo. Cuando llevábamos un año buscándolo, mi estado emocional estaba mal, estaba muy deprimida ya que en todo este tiempo no había tenido ni un solo retraso. No entendía qué estaba pasando si todas nuestras pruebas estaban bien. Así que decidí empezar con una psicóloga para ayudarme a controlar el estrés que me estaba generando la búsqueda.
Medio año más tarde, decidimos ir a una clínica a ver qué pasaba y volvieron a hacernos varias pruebas y, de nuevo, todo estaba bien. Pero como el embarazo no llegaba, nos propusieron hacer 2 inseminaciones artificiales y sino pasar a FIV. Al no tener un diagnóstico claro, yo no me quedé tranquila. Algo tenía que estar sucediendo y tenía que averiguarlo.
En los resultados de las analíticas salió que ya no era inmune a la rubéola y que debía vacunarme y esperar 3 meses para hacer cualquier tratamiento. Así que decidí en ese tiempo seguir buscando el motivo y prepararme para el posible tratamiento. Empecé con acupuntura por recomendación de una amiga y ¡bendito el momento en el que eso pasó!.
Después del estudio de nuestro caso, me recomendaron acudir a un centro de investigación de fertilidad masculina y allí encontramos cúal era el problema. El centro se llama CIMAB y nos atendió el doctor Agustín.
Mi marido tenía fragmentación del ADN del esperma. Le hicieron varias pruebas, entre ellas la prueba Comet donde se podía ver esto de la fragmentación. Tenía fragmentación simple del 80% y doble del 60%. La mayoría de hombres tienen fragmentación pero en bajas proporciones, pero cuando supera el 50% quedarse embarazada es más complicado. Con la fragmentación simple del 80%, mis óvulos eran fecundados pero el embrión no superaba los 3 días y por eso no había tenido ni un solo retraso en un año y medio de búsqueda. La fragmentación doble provoca abortos posteriores.
Con este diagnóstico ya sabíamos que teníamos que hacer: FIV utilizando el Fertile Chip, un chip que filtra aquellos espermatozoides con fragmentación de los sanos. A parte de todo esto, a mi marido le dieron también un tratamiento para ver si mejoraba la fragmentación, pero en su caso no funcionó. Falta mucha investigación en este campo, ya que solo saben que sustancias como el café, té o chocolate en grandes cantidades pueden afectar a la fragmentación y mi marido no tomaba esas cosas. Esperamos que se sigan investigando.
Pasaron los 3 meses, donde junto con Acupuntura, dieta saludable, yoga y psicóloga, preparé mi cuerpo y mente para la FIV. Nos dirigimos a otra clínica de Barcelona, Gravida. Me la habían recomendado por su profesionalidad y el buen laboratorio que tienen y hemos quedado súper contentos.
En septiembre de 2018, hicimos la FIV. Conseguimos, tras pasar Fertile Chip, 17 óvulos fecundados y 7 de ellos llegaron a blastocisto calidad AA o AB.
Al tener una leve hiperestilumulación ovárica, decidimos esperar un mes y no transferir en fresco. En octubre tuve la primera transferencia de un blastocisto y me quedé por primera vez embarazada. ¡Qué alegría más grande!. No cabía en mi de gozo, pero duró poco, no llegó a las 5 semanas y tuve un aborto bioquímico. Fueron unos días muy malos.
Enseguida me bajó la regla y todo volvió a la normalidad y pudimos transferir al mes siguiente. Esta vez nos atrevimos con dos, estábamos aterrados. Uno de ellos se quedó con nosotros 9 meses.
MI EMBARAZO
El embarazo en si fue muy bueno, los primeros meses estuve de baja por el aborto anterior y por ansiedad, ya que tenía mucho miedo a que pasara los mismo, pero a las 12 semanas me reincorporé de nuevo al trabajo. A parte de un catarro descomunal, náuseas y ascos a los olores, pasé bien los primeros 3 meses. El segundo trimestre fue fantástico, no tenía mucha barriguita, me encontraba súper bien y mi bebé iba creciendo super sano. Supimos que era un niño en la semana 17.
Tuve una leve complicación al final de embarazo, que me gustaría contar. Desarrollé colestasis hepática, un transtorno del hígado que hay que controlar. Empezó con picores en manos, pies, piernas y brazos y la matrona por si acaso me pidió en el tercer trimestre añadir análisis del hígado. Estaban alterados y debía irme a urgencias a que me pusieran la medicación pertinente y control semana a semana hasta el parto. Es algo medianamente grave pero con medicación y llevando el embarazo más vigilado, no hay problema.
Semana a semana me hacían ecografía, analíticas y valoraban qué hacer. Si no se hubiera regulado, que lo hizo, seguramente hubieran provocado el parto entre la semana 37-39. Al final se reguló y mi pequeño bebé arcoiris nació en la semana 40+5. Tuve un parto natural con epidural muy bueno, en un hospital (Sant Joan de deu Esplugues) del que estoy muy contenta del trato recibido. Me informaban de todo, eran muy respetuosos y amables. Fueron 17 horas desde que empezaron las contracciones y aguanté hasta casi los 8 cm sin epidural. Mi bebé nació y ha sido la experiencia más bonita e increíble de mi vida.
MI POSPARTO
También quería comentar los inicios de la maternidad, lo que ha sido para mí y para mí marido. Nuestro bebé siempre ha sido un bebé muy bueno, no ha tenido cólicos, le encanta estar con su padre y en brazos de sus abuelos y tíos. Duerme de 10 a 10 despertándose cada dos horas para mamar (desde que nació y no ha cambiado, cosa que agradezco porque ya me he acostumbrado). Ahora que ha hecho los 4 meses, ya está más activo y solo quiere saltar y jugar! Las primeras semanas fueron buenas. No sé si era porque lo había deseando tanto y me lo habían pintando tan mal, que no fue tan duro como me esperaba.
Lo que si fue duro fue la lactancia. Había leído mucho, había ido a grupos de lactancia antes de ser mamá para ver y aprender al máximo, tenía apoyo familiar, incluso busqué asesora. Yo pensaba que solo un frenillo podía dificultar mucho el tema. y si, mi bebé tuvo frenillo tipo 3 y fue necesario esperar a que un cirujano especializado lo cortara. Cada toma era un suplicio, lloraba pensando en la siguiente toma. Lo bueno es que no me salieron grietas. Como estaba muy convencida de que quería dar el pecho, aguanté la semana de espera antes de tener la visita con el cirujano. Noté una ligera mejoría cuando le cortaron, pero todavía nos quedaban por delante dos semanas de masajes para que cicatrizara bien, cosa que él odiaba y hasta que no acabaron los masajes no empezamos a disfrutar de la lactancia. Al final fue un mes y una semana con dolores y alguna perla de leche.
Esta ha sido nuestra historia hasta ahora. Ahora nos toca disfrutar de nuestro pequeñajo. Muchos ánimos a todas las parejas que estáis en la búsqueda. Es un camino duro, pero con una recompensa preciosa al final!